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15 octubre, 2024

Una mirada sin juicio: Acompañar el duelo después de un aborto.

El aborto, por muchos años, fue un tema que apenas tocaba superficialmente. Nunca me había cuestionado cuál era mi postura al respecto. Sin embargo, mi ingreso a IRMA me permitió profundizar en el tema, pero lo que realmente me conmovió fue acompañar a tantas mujeres luchando por sanar una experiencia tan profundamente dolorosa.

La simple palabra “aborto” no hace justicia a la tragedia que se vive tras esta pérdida, ya sea espontánea o voluntaria. Como sociedad, hemos sido crueles al juzgar, hiriendo más de lo que apoyamos. Este es un tema que siempre divide opiniones: por un lado, el derecho de la mujer sobre su cuerpo, y por otro, el derecho del no nacido. Un debate interminable que parece insoluble, a menos que te toque vivirlo.

En mi experiencia, con las mujeres y hombres a quienes he tenido el privilegio de acompañar, el aborto no comienza ni termina el día que se realiza. Cuando se enfrenta un embarazo inesperado, el aborto puede parecer una solución al estrés y la angustia. Algunas personas lo describen como un alivio. Pero ese alivio es fugaz, y pronto da paso a una tragedia mucho más profunda.

El aborto, en sí mismo, es solo un suceso. El verdadero desafío es el duelo posterior, un proceso increíblemente doloroso. La irreversibilidad de la decisión puede consumir a quienes la tomaron. Solemos hablar de lo rápido y “seguro” que es el procedimiento, pero pocas veces se mencionan las secuelas emocionales: angustia, ansiedad, culpa, dolor profundo, desesperanza… Sentimientos que pueden durar meses, incluso años.

La decisión muchas veces se toma bajo una presión social, familiar o de pareja que impide ver con claridad las consecuencias emocionales a largo plazo. Cuando el estrés del embarazo desaparece, las personas se enfrentan a la realidad de haber perdido algo más que “un saco de células”. Comprenden, con dolor, que jamás podrán conocer a ese ser que no llegó a nacer.

Entonces, surge la pregunta: ¿por qué este vacío si fui yo quien decidió interrumpir el embarazo? ¿Por qué extraño algo que no planeaba tener? Porque el cuerpo se prepara completamente para la vida, no solo el útero. Cuando el embarazo se detiene abruptamente, se produce un choque físico y emocional que descoloca a quien lo vive.

Tomar la decisión de abortar puede ser “fácil”. Lo difícil es volver a la vida como si nada hubiera pasado. Muchas personas tratan de negar lo que sienten, pero, tarde o temprano, esos sentimientos las alcanzan. Algo tan simple como ver a un bebé o escuchar sobre el aborto de otra persona puede desencadenar una ola de emociones reprimidas durante años.

El aborto puede provocar síntomas similares al Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), incluyendo recuerdos intrusivos, sueños recurrentes, e incluso sensaciones repentinas de revivir el trauma. Ignorar estos síntomas no los hace desaparecer. De hecho, negarlos es lo que los perpetúa.

La sociedad suele abandonar a quienes viven el aborto después del procedimiento. Se promueve el derecho a decidir, se acompaña hasta las puertas de la clínica, pero después de eso, se deja a las personas solas con su dolor. No pueden hablar con sus padres, amigos o parejas sin ser juzgados. La iglesia, en muchos casos, no es una opción. Así, el proceso se vive en silencio, lo que lo vuelve aún más doloroso.

La culpa es un sentimiento casi inevitable. Aunque la decisión se tome voluntariamente, el arrepentimiento surge al darse cuenta de que han ido en contra de sus propios valores, lo que también trae consigo una profunda vergüenza. Además, la autoestima, que muchas veces ya estaba lastimada antes del aborto, se ve aún más deteriorada por la culpa y el remordimiento.

La depresión también es común, manifestándose en formas que van desde la tristeza profunda hasta la incapacidad de tomar decisiones y cambios bruscos de humor.

Al final, enfrentarse a este dolor es necesario para sanar. Ignorarlo solo prolonga el sufrimiento. Aunque el camino esté lleno de tristeza, el proceso de duelo puede llevar a la sanación, si se busca ayuda a tiempo.

El aborto es una experiencia profunda y compleja, más allá de lo que el debate público pueda abarcar. Las heridas emocionales que deja requieren atención, comprensión y acompañamiento para que quienes lo vivan no queden atrapados en el dolor.

Tanatóloga Mariza Gómez De la Madrid.

Comunidad SOPHIA.

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