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22 marzo, 2024

Mi Nido Vacío

Si bien a partir de la segunda mitad del siglo XX las edades para iniciar la maternidad han variado, eventualmente llega el momento en que las mujeres que vivimos una maternidad anhelada y disfrutamos de la convivencia con nuestros hijos, quedamos solas.

Aunque en la mayor parte de la literatura referente al tema se habla de esta nueva etapa en términos de pareja, una realidad que se suele dejar de lado es la de las mujeres que maternaron por sí mismas. También estamos para quienes no existe el escenario de tener nuevos inicios o un reencuentro con la pareja, de ahí que mencione el hecho de que quedamos “solas”.

Así, en su momento, e independientemente de las circunstancias que nos llevaron a una crianza en solitario, debemos ver a nuestros hijos construir sus propias historias con alegría, pero guardando la distancia que ellos necesitan para mantener una relación saludable.

Cada mujer que pasa por este proceso lo experimenta de forma diferente. En algunos casos, como los de las madres solteras, se dice que esta etapa es de una gran liberación, por el deber cumplido y la descarga económica que la partida de los hijos representa.

Para otras, en cambio, puede representar una profunda tristeza y pérdida de sentido si su vida giró alrededor de ese o esos retoños que hacen recordar el tiempo en que reinaban las ilusiones y esperanzas relativas a la crianza de los hijos, preguntándose, “¿cómo pasó tan rápido el tiempo?”.

Sea cual sea nuestra situación, es importante reencontrarnos con nosotras mismas. Reconocernos como un ser total, cuyo valor alcanza límites mucho más allá de la maternidad, es valiosísimo para enfrentar la independencia de los hijos, y el paso a una nueva etapa de vida como mujeres que viven y disfrutan de su individualidad con y sin compañía.

Aunque el proceso puede ser complicado, siempre hay formas de lograrlo. Por ejemplo, si la partida coincide con el tiempo de la jubilación, se pueden considerar nuevas actividades de formación o voluntariado que llenen nuestras vidas de alegría y satisfacciones. También es fundamental cuidar la salud física, mental y financiera, pues la mayoría queremos ser autosuficientes y “molestar lo menos posible” a nuestros queridos hijos.

Hemos también de ser flexibles y prepararnos para las vueltas de la vida, pues ahora se van, mañana… pueden volver solos o acompañados. En estos casos también será necesario poder establecer límites claros y comprender que la relación ha cambiado, pues entonces ya no seremos mamá hablando con un niño, sino que tendremos que negociar de adulto a adulto.

Es así que siempre debemos considerar los valores actuales para tomar las mejores decisiones, desde nuestra unicidad, sin descuidar nuestro bienestar en pos de aquellos que nos hemos esforzado en soltar.

Psic. Irasema Pacheco

Comunidad SOPHIA

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